Ayer me levanté y vi que podía volar. Me di cuenta al saltar como un resorte de la cama, cuando el despertador comenzó a sonar. Casi me doy con el techo. -¡Coño! -exclamé-, ¡estoy volando! Y así era, volaba. Aproveché aquel pequeño imprevisto para convertirlo en una ventaja, y salí…